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IRREGULARES en MALAKA
Tenida malagueña sherlockiana
Septiembre /2017

No avales a un amigo, sino quieres acabar como mendigo.

Destripando : El hombre del labio torcido / The Man with the Twisted Lip [TWIS] (1891)

by PacoMan

Queridos pillastres, córvidos y demás pajarracos que os dignáis a señorear vuestros plumajes por estos foros. El jueves 14 de septiembre del año del señorito 2017 tuvo lugar la afamada tenida dedicada al cuento canónico: El hombre del labio torcido (The Man with the Twisted Lip [TWIS] 1891).

En esta tenida estrenamos ubicación: Puerta Oscura. Justo cruzando la calle Molina Lario frente al Pub Sherlock Holmes antigua sede de las tenidas. Cabe resaltar que la ubicación se demostró (QED, Quod erat demonstrandum) magnífica. Regalémonos vítores y enseñas conmemorativas por las juiciosas decisiones concadenadas respecto a la sede. El pillastre Castroguer promovió Puerta Oscura como sede y su empeño ha tenido una más que exitosa realización. Las nuevas si son buenas son bien recibidas y adoptadas, una gran noticia sobrevuela a los irregulares y sus artífices son el aludido Catroguer y el comodoro Wolferine. Manténganse atentos a estas pantallas para que las nuevas les alcancen informados.

Pero volviendo a nuestro hombre del labio torcido el rapaz Carlos Díaz Laguna tuvo el honor de arrancar la tenida con el speech inicial. Carlos con el gracejo que le caracteriza inició su intervención en todo lo alto:

     “… Supe que me iba a gustar nada más comenzar a leer: empieza en un fumadero de opio. ¿Cuál es el

      riesgo de una historia que empieza en un fumadero de opio? Es inevitable que baje el nivel. …”

Rindo pleitesía ante semejante vivisección ¿se puede ser más irregular en Malaka o en Vladivostok? Bien sabe Dios que no. Pero no paró ahí, siguió señalando la desmedida descripción de la decadencia humana en la que caen irremediablemente los asiduos a tan subterráneos locales, un adelanto al terror amarillo que llenaría los Pulp unos años después.

Carlos llamó a la loa de la paciencia infinita de la esposa de Watson, que le permite desaparecer días y días para participar en las tropelías del pilluelo Holmes: una bendita… o como más adelante se apuntará, ¿lo hace por otras razones? Rizando el rizo, marcó la semejanza del cuento que nos ocupa, con un capítulo prototípico de Los Simpson, que empieza con una escena que no tiene nada que ver con la historia que se va a narrar. Reconoció que el segundo motivo por el que le gustó este cuento, es que el personaje principal es un periodista que abandona su trabajo porque gana más mendigando.  ¿Una crítica velada a lo mal que pagan los periódicos a sus trabajadores: periodistas o escritores (como Doyle)?

Inevitablemente las conversaciones laterales florecen y se entabla una noble tertulia, impropia de irregulares, pero las tenidas tienen eso, sacan de nosotros los  mejores comportamientos. A duras penas se consiguió guardar orden y dejar que cada pillastre diera su impresión. El rufián Fran Romero indicó ciertas similitudes con Las puertas de Anubis (1983) de Tim Powers, sobre todo en la descripción de la mendicidad y su capacidad de generar riqueza… mejor dicho redistribuirla.  Puestos a hablar de “nuestro oficio venerado” no en vanos somos los irregulares y pordioseros, rememoraron a una ilustre camarada, una abuelita con aspecto rural con su campo de actuación en el centro de Malaka y que lanzaba unos incontenibles tacos a quien no le daba su merecida limosna, todos echamos en falta su guía, pues la pobrecita murió hace unos años.

Carlos señaló la relación casi sobrenatural de la esposa de Neville con su esposo, pues cuando algo le pasaba ella lo sabía… cuestión sobre la que volveremos a hablar. Lo que le rindió el corazón a favor de nuestro protagonista es el manejo del maquillaje y la caracterización, todo un precursor del actor Lon Chaney (1883 – 1930) apodado “El hombre de las mil caras”.

Pepe Ario fue breve y conciso: ¡una puta mierda! Y no puedo más que secundar la moción.

El pillastre David habló bien del cuento, aunque señaló el paralelismo de la esposa de nuestro protagonista y la de todos los próceres del PP (Ana Mato como epítome), La Infanta y toda esa cohorte de señoras que nunca preguntan a sus maridos de donde sale tanto dinero como el que gastan a manos llenas.  Coincide que nuestro pilluelo David está documentándose sobre el opio en la Inglaterra victoriana y nos comentó que su consumo era legal, que se vendía en farmacias y que se prohibió tarde, ya entrado el siglo XX.

Pepa señaló que además la esposa de Neville no solo mira para otro lado, sino que debe ser ciega pues no veía las abultadas chaquetas con las que ingresa su marido en casa, tras su ardua jornada laboral, no en vano con la recaudación de un día consiguió hundir la chaqueta en el Támesis… ¿su señora nunca le vio los bolsillos llenos de peniques?

Wolferine alabó el cuento pero matizó renglón seguido, que no es uno de sus favoritos. Señaló el paralelismo con La piedra Luna (1868) de Wilkie Collins en el desenmascaramiento del no-criminal. Llamó la atención sobre la esposa de Watson que confunde el nombre de su marido lo que más adelante en la tenida generó interesantes teorías, muy alejadas de las tontunadas que proliferan para justificar lo injustificable. A este respecto, se generó un revuelo puesto que todos los irregulares culpabilizaban a la mala calidad de su traducción el desliz… cuando el problema es de Doyle. Wolferine citó también el lamentable desbarajuste de las fecha. En fin, Don Doyle es el señor Don Descuido.

Curiosamente los irregulares hicieron mucho hincapié sobre las revelaciones de Holmes al calor de varias pipas de tabaco “fuerte”. ¿Fuerte qué fuerte? Tabaco “aliña’o” con ¿cocaína, opio, hachís?

Alejandro. Destacó dos frases memorables del cuento y propuso una moraleja final:

     “… No hay nada tan importante como los detalles triviales. …”

Que es, sin aparentarlo, parte del manual de cualquier investigador que se precie.

     “… He visto demasiado como para no saber que la intuición de una mujer puede resultar más útil que las

      conclusiones de un razonador analítico. …”

Conexión que ya se había adelantado, la de esposa-esposo, fruto del ¿divino matrimonio? Hubo consenso de todos los irregulares, que siendo una interesante frase es un suicidio subirla a Facebook… el pillastre Alejandro confesó que ya la había subido… tras el incómodo silencio de unos segundos. Prosiguió con su propuesta de moraleja:

 

                                                  “… Nunca avales a un amigo. …”

Pepa evidenció que el cuento rezuma odio a los indigentes, y como somos irregulares y por lo tanto pordioseros,  nos dolió sobre manera. No es nueva la conclusión de que Holmes y Doyle eran clasistas de la peor especie.

De forma generalizada se puso a parir la resolución detectivesca del caso… que directamente no hay. La conversación animada de los irregulares fue magnífica, pero imposible de referir… una de las múltiples razones para asistir a las tenidas.

A Fran le llamó la atención que a finales del XIX hubiera un periódico que se preocupara por la mendicidad hasta el extremo de mandar a uno de sus periodistas, a vivir la experiencia de ser un mendigo por unos días. Sin dejar de notar que el cuento es muy naif, y la cabronada de cómo le han jodido la vida al mendigo, ya no podría mantener ese pedazo de nivel de vida.

Reinaldo “guión yo de mayor quiero ser como tú” lo volvió a hacer. Empezó indicando lo evidente: la mujer de Watson le pone los cuernos, tanto es así que le llama por el nombre de su amante y por eso no le importa que Watson esté muchos días fuera de casa. ¿Y Holmes? ¿Qué hace fuera de Baker Street? ¿Qué investiga? Nada, esta de picos pardos: “consolando a la esposa abandonada”. ¿Y cómo recibe esta a Holmes? En salto de cama. Citemos el párrafo exactamente:


     “… Permaneció inmóvil, con su silueta recortada contra la luz, una mano apoyada en la puerta, la otra a

     medio alzar en un gesto de ansiedad, el cuerpo ligeramente inclinado, adelantando la cabeza y la cara,

     con ojos impacientes y labios entreabiertos. Era la estampa viviente de la incertidumbre. …” 

¿Y dónde están los niños de esta pareja? Si la señora va a Londres a recoger un paquete muy valioso ¿Dónde está el paquete? ¿Cómo coño llega a esa calle peligrosa? ¿Por qué no se vuelve por donde ha venido? ¿Y por qué el marido no se escapa por la puerta de atrás y la espera en casa? Demasiadas preguntas que quedan en el aire. A no ser, apreciado lector, que lea el pastiche que Reinaldo nos ha regalado a todos: ¿Están ustedes preparados? Toda la verdad sobre el caso del Hombre del Labio Torcido

 

Si usted está atento a los detalles se habrá dado cuento que yo no asistí a la tenida, mis fechorías me retuvieron. No puedo por menos que aplaudir las tesis expuestas, reforzar algunas y guardar algunos secretos para, si llegase el caso y la voluntad me venciese, pergeñar un artículo con lo descubierto, pero son historias que deben ser contadas otro día.

Añadir que los fiadores ingleses son calamitosos, se acepta como avalista alguien con pasta no un periodista tieso. Menudo cafre el prestamista. El oficio de periodista generaba 87,5 libras al año, mientras que de mendigo ganaba 912,5 libras ¿hay algo más que hablar? Tanto es así que con la recaudación de un día se puede hundir una chaqueta en el Tamesis. Lo del resto de la ropa, reloj… Doyle tenía la cabeza en otro sitio cuando escribió este nefasto cuento, que sólo se salva por el no crimen, cuestión en la que no es original, como nos señaló Wolferine. En otro orden de cosas ¿Qué hacía Holmes en casa de Neville? ¿Por qué tarda siete días en interrogar a la esposa como hizo delante de Watson? Efectivamente, tenían un affair, como bien apuntaba Reinaldo.

Curioso concepto el de la honra, en la misma línea que El lector (The Reader, película de 2008 dirigida por Stephen Raldry, basada en la novela homónima de Bernhard Schlink):

     “… — ¡Qué Dios le bendiga! —exclamó el preso con fervor—. Habría soportado la cárcel, e incluso la

      ejecución, antes que permitir que mi miserable secreto cayera como un baldón sobre mis hijos. …”

Poco creíble… el personaje holmesiano no, la nazi protagonista de El lector, que prefiere morir ajusticiada por criminal de guerra que reconocer que no sabía leer.

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