top of page

Opinión / Off

¿Por qué NO y por qué SI hay que leer Neuromante (1984) de William Gibson?

.

.

.

.

La TerMal del jueves 2 de Febrero de 2017 se dedicó al Cyberpunk. Nos dio una magnífica charla sobre el tema el ilustre Bernabé Naharro (charla que no debería quedarse en el cajón olvidada). En los días previos Francisco M. Romero (Fran) estuvo calentando el ambiente haciendo loas a su obra fetiche: Neuromante. En justa replica yo, Francisco M. M. Romero (by PacoMan) le estuve afeando el gusto, encontrando una y mil pegas a su filia. Durante los días previos a la reunión, los termalitas estuvieron entretenidos leyendo nuestros desvaríos. Total que tras la ponencia de Berni, Manuel Berlanga encabezó una petición de reyerta verbal entre los Franciscos Romero de la TerMal (no, no somos familia). Existe un video y varias fotos que atestiguan la pelea de gallitos. Sin embargo el mejor documento gráfico del evento, lo realizó el sin par Joan Antoni Fernández que nos plasmó en nuestra mejor esencia, y a mayor gloria del Cyberpunk.

Pasados unos días, Fran me propuso… pero eso os lo va a contar él. Tras sus palabras y recomendaciones volveré a contaros mi otro no punto de vista sobre Neuromante. Hasta ahorita

PacoMan

Vs

Supongo que antes de comenzar deberíamos poner en antecedentes el asunto. Lo primero que tengo que decir es que a mí me encanta 'Neuromante' de William Gibson. Decir que es mi libro preferido bien podría ser una exageración, pero a la vista de la realidad puede que no lo sea: me gusta tanto que siempre que surge la ocasión o cualquier excusa (cumpleaños, Reyes, embarazos, divorcios...) lo regalo porque es un libro que creo que todos deberían tener la oportunidad de disfrutar. En realidad, esto es algo bastante egoísta: en el fondo me da igual lo que te guste, te regalo lo que me gusta a mí; es lo que hay. Detrás de esto supongo que se esconde un rollo psicológico en el que se aúna la necesidad de hablar con alguien, con quien sea, de una obra que me fascina, y el interés de que algo de su energía me salpique o se me pegue por pura insistencia. No sé, supongo que quiero ser el Loco de 'Neuromante' porque así participo del libro, de su historia, de su prosa, aunque sea tangencialmente. No es tan raro; por eso nos ponemos camisetas de Star Wars y 'Juego de tronos'; como si esas cosas nos definieran de algún modo (aunque lógicamente no es así de ningún modo, por mucho que queramos creer lo contrario; etiquetarnos a nosotros mismos mientras afirmamos ser seres únicos... en fin, estamos fatal).


Bueno, me flipa 'Neuromante'. Más allá de cuestiones objetivas. Porque hay que recordar que a la hora de reseñar una creación tenemos que contar con el factor subjetivo. No sabemos por qué nos gusta lo que nos gusta; en ocasiones, por ejemplo, nos gusta mucho la caca, no sabemos cuál es el motivo simplemente que es así. El gusto por la coprofagia no es una cuestión que se escoja.


No estoy diciendo con todo esto que 'Neuromante' sea una mierda; nada más lejos de la realidad. Pero hay quien considera que sí lo es, entre estos, el simpar Paco Mancera, elemento bueno que no seré yo quien presente, pero del cual sí resaltaré que su sinceridad -que en ocasiones roza el sincericidio- me parece una de sus características más destacables y frescas de las que podamos encontrar en él o en otro. En una sociedad donde la censura y la mala pipa se entremezclan con lo políticamente correcto, y en el que los singracia campan a sus anchas señalando qué no se puede y qué menos todavía se puede decir, PacoMan se erige en una verdadera llama a cuyo calor, yo al menos, me quiero refugiar. Se puede estar más o menos de acuerdo con sus afirmaciones, pero que no sienta la necesidad de esconderlas o matizarlas es un gustazo y más si tenemos en cuenta que no le ocurre lo que a tantos otros: Paco no confunde sinceridad con hijoputez.


Como decía, la franqueza de Paco es un refugio porque él sólo reclama lo mismo en la misma medida, da igual que se esté en desacuerdo con él. Y yo no puedo estar más en desacuerdo con Paco cuando dice que 'Neuromante' es un mojón. Con esa contundencia… Casi llegamos a las manos.


Ante esta situación, sólo nos quedaba una salida: defender nuestras diversas opiniones tratando de que la sangre no alcanzara el río y, para ello, la mejor forma de control es cambiar los puntos de vista: es decir, Paco va a tratar de razonar por qué hay que leer 'Neuromante', qué hay de bueno en él, mientras yo trato de sacar a la luz sus puntos débiles, cuáles son los motivos para pegarle fuego.

Fran Romero

Así que, ¿por qué no deberías leer 'Neuromante'?

Los personajes no dejan de ser clichés, lugares comunes del hard boiled que no avanzan en ningún momento

Para empezar alguien podría decir que la obra se toma muy en serio a sí misma. No hay resquicio alguno para el humor, para la ironía, por lo que todas las situaciones, todos los diálogos y todos los personajes están cargados de una épica rancia que hace que todo suene acartonado y falso. Si no rompes una narración noir, por mucho que se desarrolle en el futuro, con algunas pinceladas de ligereza todo queda excesivamente impostado lo que a la larga acaba expulsando al lector de lo narrado.


Con esta base, los personajes no dejan de ser clichés, lugares comunes del hard boiled que no avanzan en ningún momento: el protagonista es igual al principio que al final del relato. No da un paso más allá, no evoluciona, los sucesos no han dejado poso en él.


Hay quien diría que Philip Marlowe no cambió mucho a lo largo de las novelas negras que protagonizó, pero no seré yo quien lo afirme.


Otra característica para desaconsejar la lectura de la maravillosa 'Neuromante' es que Gibson abusa de la tecnopalabreía: de la jerga inventada que no dice nada y con la que simplemente se rellenan párrafos que no sirven para nada. Esto, unido a que Gibson, como ha reconocido en numerosas ocasiones él mismo, no tenía ni idea de los más básicos fundamentos informáticos, crea un pastiche de palabrejas que al final se nos puede hacer bola.

Ingenios imaginados, inventos inventados, cuyo funcionamiento además no es explicado por el autor, sino que tenemos que deducir qué son y para qué sirven. Un ejemplo de esto sería el simestim. Oh, claro, podemos conocerlos de sus relatos anteriores, donde sí explica qué leches es el ICE (hielo en su traducción al español), pero esto es algo que supone pedirle mucho compromiso al sufrido lector.


La traducción, esa es otra. Es algo muy comentado entre los conocedores de estas cosas que la traducción de 'Neuromante' al castellano deja mucho que desear, pero en esta cuestión no tengo nada que decir porque no sé inglés y no conozco el tamaño, si existe, del desaguisado (aunque por lo leído en la Red, en ocasiones la traducción reproduce expresiones literales del inglés que son en realidad frases hechas). Por mi parte, el concepto de 'hielo negro' me provoca orgasmos, pero es algo que tampoco referiré aquí porque he venido a putear la obra que amo.


'Neuromante' es señalada como una obra referente, incluso clave, en la etiqueta del cyberpunk. Claro, esto si tenemos en cuenta el cyberpunk como un género propiamente dicho dentro de la ciencia ficción. Si lo es, ¿tiene valor que 'Neuromante' sea simplemente la destilación de una corriente de estilo y de unos temas que se pusieron de moda a principio de los 80? Es decir, ¿'Neuromante' tiene valor más allá de aquella época?, ¿sigue importando hoy? ¿Se salva actualmente algo de la amalgama de elementos que conforman la obra de ciencia ficción titulada 'Neuromante'?


Si no se salva por su desarrollo futurista, ni por su estilo, ni por su prosa, ¿se salva este libro al menos por su estructura narrativa? El ritmo no es tan fluido como cabría esperar, lo que lo convierte en una historia que en ocasiones parece desarrollarse a trompicones, dando saltos arriesgados que acaban bien o mal según el criterio de cada lector.


Con estos mimbres, que te atrape la historia puede ser complicado, pero también tenemos que recordar el rollo de Cortazar y su clasificación del lector hembra y el lector cómplice. Como todo en esta vida, obviamente 'Neuromante' no es para todos los públicos.


Ay, me siento sucio, como si acabara de hacer una lista de por qué no me gustan mis padres o algo así.


Quiero terminar diciendo que todas estas razones para no leer 'Neuromante' pueden tener peso o no; y pueden que sean reales, pero en el fondo, para mí, no lo son. Aunque estén ahí los defectos, no dejas de amar algo que quieres por ellos; quizá lo ames más a pesar de sus defectos.


Por eso recomendar o no 'Neuromante' desde mi parcela de fanboy es una apuesta muy arriesgada y subjetiva. Pero al menos creed cuando afirmo que realmente creo que es un buen libro. Una afirmación que desde mi posición no tiene valor alguno, desde luego.

Fran Romero

Así que, ¿por qué si deberías leer 'Neuromante'?

Se acuñó un nuevo término: Ciberpunk y Neuromante fue su abanderado, su epítome, su catalizador

William Gibson comenzó a publicar tarde, con 29 años, publica su primer cuento “Fragmentos de una rosa holográfica” (“Fragments of a Hologram Rose” 1977) y no vuelve a publicar hasta 1981, su gran año. Hasta cinco cuentos ven la luz en el 81, tres de ellos en la revista del momento: Omni. El peculiar estilo de Gibson, lo novedoso y rompedor de sus textos llama la atención del gran aficionado y editor Terry Carr, que tras la convención mundial de Denver en 1981 le encarga a William su primera novela para la colección de la editorial ACE: Specials first-timer (colección de autores noveles que también publicó su primera novela a Kim Stanley Robinson y Michael Swanwick entre otros).

Y el 1 de Julio de 1984 vio la luz Neuromante (Neuromancer) la primera novela de un William con 36 años y con únicamente ocho cuentos publicados. Al año siguiente arrasó en los premios importantes de ciencia ficción norteamericanos: Premio Nébula, el Premio Hugo y el Premio Philip K. Dick. Hubo consenso, aficionados y crítica coincidieron. La ciencia ficción fue arrasada por este tsunami, por esta ola del cambio. Se acuñó un nuevo término: Ciberpunk y Neuromante fue su abanderado, su epítome, su catalizador. Ninguna obra posterior le arrebató ese puesto de honor. No es la mejor novela ciberpunk, tampoco es la mejor novela del propio Gibson, pero dejó huella, dejó la huella ciberpunk. Y el mundo de la ciencia ficción nunca volvió a ser igual. En palabras de Armando Boix el ciberpunk fue como una crecida del Nilo, arrasó los campos, destruyéndolo todo, pero a cambió dejó unos lodos, un sedimento que permaneció para siempre y permitió una rápida y vigorosa reconstrucción. La ciencia ficción ya ha digerido el ciberpunk, lo ha hecho propio y ha seguido su camino, portando la simiente que Gibson plantó en Neuromante.

¿Pero fue realmente en Neuromante? No, la verdad es que no, Neuromante compacta y da sentido a algo que él ya había creado. En palabras del propio Gibson la parte central de esta novela la escribió entre 1982 y 1983, cuando sus cuentos “Jhonny Mnemónico” (“Johnny Mnemonic", 1981), “Hotel New Rose” ("New Rose Hotel", 1981) y “Quemando Cromo” ("Burning Chrome", 1982) ya están publicados. Le encargan escribir su primera novela y para sentirse más cómodo vuelve al universo que estaba creando. Y es en ese puñado de cuentos donde aparecen todos o casi todos los elementos definitorios del Ciberpunk: alta tecnología dada por descontada (tan común en su uso que el autor nunca la explica), personajes de novela negra, pobreza y suciedad extrema, grandes corporaciones que dominan la economía y el mundo cotidiano. Es decir una “fácil” proyección hacia delante de todos los traumas que a finales de los setentas y primeros ochentas sufrían los EE.UU.  La heroína estaba arrasando las grandes ciudades, las multinacionales japonesas estaban conquistando el mercado norteamericano, la extrema liberalización de los mercados impulsada por el presidente norteamericano Ronald Reagan y la primera ministra británica Margaret Thatcher dio alas a las multinacionales que oprimieron sin pudor a trabajadores y consumidores por igual. Heroína y liberalismo llenaron las calles de pobres, yonkis y suciedad, mientras que los áticos y suits  presidenciales se llenaban de jóvenes ejecutivos millonarios. El concepto No Future del movimiento punk nace en estos momentos para describir el pésimo porvenir que se percibía en la juventud del momento. Un futuro negro, sin expectativas un futuro ciberpunk. Pero si era tan previsible ¿por qué nadie lo describió antes? Porque a toro pasado es fácil, pero en medio de la faena es difícil percibir los detalles y eso lo supo hacer Gibson. Pero no fue el único, la película Blader Runner (1982, Ridley Scott) captura la mayoría de esa prospectiva. El propio Gibson, cuando la vio, pensó que todo el mundo creería que estaba copiando esta película en su novela. Supongo que algo del ambiente sucio y sórdido de la película de Soctt está en Neuromante, pero el grueso del universo ya está en los cuentos previos a la película. Tampoco creo que Blade Runner se pueda considerar una película ciberpunk, ni tuvo impacto en su momento (recordemos que fue un absoluto fracaso comercial), pero esa es una historia que debe ser contada en otro momento.

Quemando Cromo (Burning Chrome, 1986. Publicada en España por Minotauro en junio de 1994 y traducida por Javier Ferreira Ramos y José Arconada Rodríguez) es la más que recomendable antología de los cuentos de William Gibson publicados antes de su Neuromante. En esta antología aparecen todos los cuentos que he ido citando. En el prefacio Bruce Sterling resume magníficamente esta virtud prospectiva del ciberpunk de Gibson:

 

“… El triunfo de estas historias radica en la evocación, brillante y autónoma, de un futuro creíble. Es difícil sobreestimar la dificultad de un esfuerzo semejante, esfuerzo que muchos escritores de ciencia ficción han eludido durante años. Tal fracaso intelectual da cuenta de la ominosa proliferación de relatos postapocalípticos, fantasías de espada y brujería, y esos omnipresentes culebrones en los que imperios galácticos degeneran cómodamente en barbarie. Todos esos subgéneros son producto de la urgente necesidad de los escritores de evitar enredarse con un futuro realista. …”

Esto lo dijo Sterling en 1986, palabras que siguen siendo aplicables (con muy pocos cambios) a la situación de 2017.

Neuromante llegó tarde a España, de la mano del impagable editor Paco Porrúa, la primera edición es de Junio de 1989 en Minotauro. Pese a existir muchas nuevas ediciones de otras editoriales, sólo existe una traducción al castellano y es la de Javier Ferreira Ramos y José Arconada Rodríguez. Luego esas incoherencias, esas frases ininteligibles son autoría de Gibson y no de los traductores. Debo admitir que me costó entender Neuromante y sus dos continuaciones Conde Cero (Count Zero 1986, llega a España en 1990) y Mona Lisa Acelerada (Mona Lisa Overdrive, 1988, llega a España en 1992). Pero con el paso del tiempo he llegado a coludir, que parte del éxito es precisamente ponérselo difícil al lector, no tener del todo claro lo que está leyendo. Fue un éxito instantáneo, el fandom sólo hablaba de Ciberpunk y todos los escritores hicieron sus pinitos en este subgénero. Éramos jóvenes y queríamos revolucionar el mundo. Por fin alguien nos contaba el futuro con palabras nuevas y frescas, pesimistas pero nuevas.

Neuromante es uno de los libros más influyentes de la ciencia ficción de todos los tiempos. Todos leímos ese libro: aficionados, escritores, editores, críticos, publicistas, empresarios del ocio. Hay cierto consenso que la etiqueta comercial Ciberpunk la creo el avispado editor Gartner Dozois (aunque la palabra la inventó el escritor Bruce Bethke). Gartner entrevió el filón comercial tras la novela y empujó el concepto como etiqueta, como reclamo que facilitará la identificación del producto por parte de los ávidos lectores de la nueva corriente. Durante diez años el ciberpunk causó furor, y aún hoy se sigue usando como etiqueta comercial. Nunca ha sido tan fácil beber de la fuente original, leer lo que todos leyeron, rastrear las influencias que inspiró en los creadores posteriores. Sólo por eso merece la pena leerse Neuromante.

Todo clásico merece ser leído, pero si además se da la triste coincidencia que la realidad del nuevo lector, la ausencia de un futuro brillante, es compartida por el universo descrito, por el clásico, nos da una razón adicional para leerlo: Conocer como se canalizó esa frustración, esa condena, como se exorcizó, por si pudiera ser de ayuda en estos momentos.

Mucho de lo que conforma nuestro mundo, se pergeñó en el ciberpunk: el ciberespacio, el concepto de hacker, el movimiento Anonymous, el software libre… aires de libertad para una sociedad actual, sumergida en plena neo-contrarreforma.

PacoMan

bottom of page