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Francisco M. Romero

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«¿TE PROGRAMARON PARA SER UNA GILIPOLLAS?»

El porqué de los robots en la Saga Alien

Junto a la omnipresencia de los xenomorfos, eje absoluto y obvio que no por casualidad da nombre a la saga; junto a las prescindibles tripulaciones, tropas de marines, grupos de colonos y hordas de oligofrénicos espaciales («Industrias Weyland: enviando imbéciles al espacio desde 2117»); y junto a los ambientes opresivos, claustrofóbicos, oscuros, laberínticos y a cuyas puertas bien podrían poner un cartel que rezara «Que abandone toda esperanza quien entre aquí» para que algún personaje se dé por enterado de que va a morir en breve de una manera horripilante; junto a todo esto, como si no fuera suficiente, encontramos en la Saga Alien[1]  la sempiterna figura del robot, aquí llamado sintético. O como prefiere denominarse el androide Bishop (Lance Henriksen) de 'Aliens' (James Cameron, 1986), «persona artificial».

            La presencia de robots en la Saga Alien la debemos enmarcar dejando fuera de la misma las películas 'Alien vs. Predator' (Paul W. S. Anderson, 2004) y 'Aliens vs. Predator: Requiem' (Colin y Greg Strause, 2007) que, en mi opinión, están lejos del canon, aunque por motivos menos sangrantes que por los que deberíamos dejar fuera a 'Prometheus' (Ridley Scott, 2012) y 'Alien: Covenant' (Ridley Scott, 2017); estas dos últimas se incluyen aunque sea por la insistencia de niño malito que Ridley 'El Hombre que Perdió el Mojo' Scott[2]  ha puesto en relacionar ambos despropósitos con la saga que él mismo ayudó a poner en marcha en 1979 con 'Alien', cuando era un realizador con algo que contar.

            Así, seis son los sintéticos que encontramos en la Saga Alien: el primero de ellos, Ash, fue interpretado con una maestría sorprendente por Sir Ian Holm; el segundo es el ya referido Bishop de  Henriksen que aparece en 'Aliens' y, más tarde, en 1992, en la ópera prima de David Fincher, 'Alien³', considerablemente más desmejorado; el cuarto sintético es la ginoide -la única de la Saga- Annalee Call, interpretada por Winona Ryder[3] , que aparece en 'Alien: Resurrection' (Jean-Pierre Jeunet[4] , 1997); y por último, el quinto y el sexto sintéticos, ambos interpretados por un Michael Fassbender que se toca viéndose en la gran pantalla: David (que hace de las suyas por primera vez en 'Prometheus') y Walter (que comparte protagonismo con su gemelo malvado en 'Alien: Covenant').

            Una larga lista que tiene su origen en un potente personaje iniciático: Ash. Si tenemos en cuenta que en todo relato de ficción que degenera en saga las primeras obras establecen el tono de sus continuaciones y delinean los puntos elementales que deberán ser tocados una y otra y otra vez hasta que no signifiquen absolutamente nada, la presencia de los sintéticos es fundamental para la Saga Alien.

            Detrás de toda película que sale bien, que resuelve de manera satisfactoria todos los procesos que alcanzan la consecuencia que es la propia obra correctamente terminada y desarrollada, hay un milagro. Que un arte como el cinematográfico dependa de organizar todo un entramado humano y que de ese entramado salga, de tanto en tanto, algo hermoso, sólo puede proporcionarnos esperanza en la humanidad. Y eso es lo que pasó con 'Alien'. Un esfuerzo por hacer una película de ciencia-ficción tocando un subgénero, el del monstruo espacial, con otros tintes, reformulando la trama y dándole la vuelta cuando todavía esta reinvención de la narrativa no era un cliché como, por desgracia, es ya hoy en día.

            Es por eso que 'Alien' necesitaba un robot: quizá era suficiente con repensar el monstruo, con transformar la Nostromo en un personaje más, alejándola de naves espaciales diseñadas para resultar estéticamente bellas y acercándola más bien a un petrolero desvencijado de nuestros días; tal vez bastaba con usar la biología como elemento amenazante, la propia traición de nuestros cuerpos humanos. Quizá todo esto era suficiente para hacer de 'Alien' el clásico que es pero la historia necesitaba algo que diera voz a todos estos elementos, que los hiciera explícitos. Y en eso entra Ash, un sintético A2, un tipo de sintético que, como dice Bishop, «siempre fueron un poco nerviosos».

«No tenéis ninguna posibilidad, pero contáis con mi simpatía»

Ash

«Podrías haberme avisado, la verdad».

«Podrías haberme avisado, la verdad».

Ash es el oficial médico y científico de la nave y su naturaleza robótica no se revela hasta bien entrado el desarrollo de 'Alien', cuando es necesario poner en relieve algo que define al nuevo xenomorfo que vendría a aterrorizar nuestros sueños espaciales: la importancia de Ash es que pone de manifiesto la importancia del alien como concepto e icono: no es sólo un monstruo del espacio más, otro ser maligno cualquiera, sino que es un ser absolutamente extraterrestre en sus formas. Por lo menos al principio, ya que Scott comete el error de mostrarlo en su totalidad en las escenas finales y desvelar que tan sólo era el bueno de Bolaji Badejo enfundado en un incómodo traje de gomaespuma; pero hasta ese punto no sabemos qué forma exacta posee, y ese desconocimiento suma grados al terror. Ash pone en relieve que el alien es la destilación última de la ley del más fuerte, del más puro darwinismo, la respuesta de un universo despiadado, nihilista, sin compasión ni esperanza, que no son otras que meras construcciones del intelecto humano, ilusiones. Porque el alien no es malvado en sí, y por eso Ash lo admira: «Admiro su pureza. Es un superviviente al que no afecta la conciencia, los remordimientos ni las fantasías de moralidad».

            Esa fascinación cuasi religiosa que siente Ash ante el organismo surge de él, no es parte de su programación. Programación que le pasará factura cuando, enfrentando sus órdenes ocultas -ha de llevar el organismo a la Tierra y entregarlo a las Industrias Weyland como sea, incluso si para ello tiene que sacrificar a toda la tripulación de la Nostromo- con sus parámetros médicos de protección, se vuelve inestable. Ante las dudas que lo torturan, Ash suda leche como Cristo sudó sangre. Hasta el final, cuando indudablemente toma partido por el alien. 

            A partir de este punto queda fijada otra de las máximas -máxima establecida para respetarla, o para llevarla al extremo contrario- de la Saga Alien: la fascinación/veneración que sienten (casi) todos los sintéticos por los xenomorfos.

«Los aliens son como los profesores peritas: al final, siempre te la clavan».

Constante que mantendrá el androide Bishop en 'Aliens', uno de los pocos puntos de unión entre la película original y su continuación[5]. Porque 'Aliens' es una película completamente diferente. Cameron[6], en el punto alto de su cima creativa, supo ver lo que otros no fueron capaces: que para hacer una segunda parte de una historia hay que darle la vuelta como si de un calzoncillo usado se tratase. Si los espectadores esperan más de lo mismo, dales algo que, respetando los puntos de conexión para que no se pierdan, sea diametralmente opuesto. Por eso, cuando todo el mundo esperaba otra película de terror en el espacio, Cameron rodó una película de guerra cargada de acción, con cientos de aliens que aparecían bien visibles ante las cámaras. Y para ese relato necesitaba otro tipo de androide, el opuesto a Ash: un sintético menos humano y, por tanto, más fiable. Un robot que, siendo menos humano, actuara con mayor humanidad.

            Porque Bishop cuenta con inhibidores de comportamiento y al menos sabemos que obedece la 1ª Ley de la Robótica de Asimov. Por lo que podemos inferir de la locura de Ash, éste también parecía tener esa regla de comportamiento integrada en su sistema; y quizás fueran los sintéticos A2 los primeros en tener que cumplir este mandato porque sin lugar a dudas el David de 'Prometheus' no lo hace.

            Pero esa fascinación por el organismo extraterrestre sigue estando ahí, incrustada en Bishop[7]. De hecho, para enorme y estúpida sorpresa de Ellen Ripley[8] (Sigourney Weaver), el personaje de Bishop no aparece en la mayor parte del metraje de 'Aliens' porque está enclaustrado[9] en el laboratorio estudiando a los aliens mientras masacran a los marines. Ripley, ¿eso no te dice nada de las intenciones de la compañía Weyland-Yutani?

            En cualquier caso, Bishop finalmente respeta la 1ª Ley de la Robótica incrustada en su programación y antepone la seguridad de los humanos por encima de las órdenes que pudiera haber recibido, a pesar incluso de que, como él mismo dice cuando se ha de enfrentar a las circunstancias, «puede que sea sintético, pero no estúpido». Una decisión que, como a Ash, le partirá por la mitad. Literalmente.

«No ha estado mal para un ser humano»

Bishop

«¿Para qué contratar un actor cuando podemos usar un muñeco que no esté afiliado al sindicato de actores?».

El personaje de Bishop reaparecerá en la siguiente película, 'Alien³'[10], que supone otra vuelta de tuerca: de una película de acción a una más centrada en el terror acechante, más cercana al primer film con un único alien. La historia transcurre en un planeta prisión[11] en el que se han quedado unos pocos presos, fanáticos religiosos, a la espera del apocalipsis. Es, en resumidas cuentas, un monasterio[12]. Un monasterio donde se venera a dios y en el cual el alien es el diablo sobrevenido.

            Los sintéticos en esta película no tienen cabida: el planeta está prácticamente deshabitado, no queda mucha tecnología en uso y la que hay se cae a pedazos. Por lo que la función aquí del sintético es la de mero informante de qué ocurrió en la Sulaco; lo importante aquí del sintético es la ausencia de sintético.

            En 'Alien³' el papel de adorador al organismo recae en el preso con problemas mentales, Golic (Paul McGann). El sintético Bishop no está para muchos trotes ni mucha veneración y una vez cumplida su función, su último servicio, se enfrenta a su propia mortalidad -basada en que nunca será el mismo que un día fue- y pide que Ripley lo desconecte[13]. Una vez más encontramos los pilares fundacionales, aunque movidos de sitio para que la cosa siga funcionando. Por tanto, en cuanto a los sintéticos, 'Alien³'[14] no aporta mucho a menos que entendamos, como hemos dicho, que su falta de protagonismo es lo que su historia necesita para avanzar correctamente.

«Esta noche carricoche sí o sí».

«Después de todo, ¿uno no aspira ver a sus padres muertos?»

David

Saltamos, así, a la siguiente, a 'Alien: Resurrection'[15]. Esta película cuenta con guión de Joss Whedon, un auténtico especialista en darle la vuelta a cualquier obra que se cruce en su camino. Un escritor que sabe emplear los lugares comunes de cualquier narración para usarlos en su beneficio. Por eso lo tenía, o muy fácil, o muy difícil, tras 'Alien³': la muerte de Ripley le proporcionaba una oportunidad, o un verdadero escollo insalvable.

     Sea como fuere, Whedon supo hacerlo bien y escribió una Ripley que no era Ripley: tras su clonación, es mucho más y es mucho menos que humana. Aquí, una maravillosamente sobreactuada Sigourney Weaver es, junto a los científicos de la Auriga, quien venera al monstruo con devoción.

            Porque el robot que sale en este film, Annalee Call, interpretada por una modosita Winona Ryder, es el único sintético que no adora al organismo xenomorfo, si no más bien al contrario: trata de destruirlo y proteger a la humanidad. Quizá sigue la directriz Ley Cero de la Robótica[16] para tratar de salvar al ser humano de los aliens: «Estoy programada para ello» afirma Call, a lo que un descreído clon de Ripley sólo puede contestar: «¿Te programaron para ser una gilipollas?»

            Programada o no, por lo que cuenta Call forma parte de un tipo de sintéticos más avanzados en todos los sentidos, incluso moralmente. Un tipo de robot diseñado por robots que enterró esta industria  porque «no le gusta recibir órdenes». Porque estaba programada para preocuparse por los humanos, no para obedecerlos. Por tanto se prohibieron, y se anularon. Unos pocos se salvaron de la quema.

«Lo de perder la cabeza les viene a los sintéticos de familia».

Los androides de la generación de Call, de manera totalmente opuesta al David de 'Prometheus', reniegan de su origen robótico -todos los sintéticos rebeldes queman su módem (sic)-, y se martirizan con un complejo galopante de Pinocho por no ser «reales». «Al menos tienes una parte humana. Yo soy repugnante», le dice Call al clon 8 de Ripley. Y para afrontar ese vacío existencial, la única manera que encuentra este ginoide es marcarse una meta: proteger a la humanidad frente a su mayor amenaza. Porque en esta ocasión la no-Ripley, la «madre del monstruo», también se ve impelida a salvar a los aliens, aunque finalmente tome la dura decisión de acabar con ellos, con sus hijos.

            Tras 'Alien: Resurrection', y obviando las películas en las que el xenomorfo comparte protagonismo con los predators, llegamos a 'Prometheus' y 'Alien: Covenant'. En la primera se nos presenta a David, el que se da a entender como el sintético original, predecesor de todos los que habrían de llegar después. Aquí Scott juega con ventaja para tratar de darle poso a una película que no lo tiene. Usando de base el planteamiento previo de Ash, Scott busca construir una precuela coherente con el original 'Alien', una precuela que dé explicación al sintético primigenio. Pero es una falsedad: si David tiene algo de bueno es gracias a Ash, y no al revés.

            Es intentar darle respuesta al carácter ya latente de la veneración religiosa de los sintéticos por los aliens. Es hacer trampa: Scott planta la idea de que Ash es así porque David fue en realidad quien crea y perfecciona mediante selección artificial a los xenomorfos. Es un juego sucio que trata de tapar que en realidad no hay nada nuevo, cuando es obvio que usa una vez más los pilares ya más que establecidos por la saga. El único paso arriesgado de 'Prometheus' es hacer una película de alien sin aliens[17].

            Ash es un científico fascinado, mientras que David es un creyente. Si los sintéticos se van depurando y avanzando a lo largo de la saga es lógico hacer de David un psicópata que no sabe digerir su propia existencia. Además, con el discurrir de las películas se van tocando, por pura necesidad, todos los palos. Es por ello que cuando Ash se enfrenta a sus órdenes sólo se vuelve loco, mientras que cuando David enfrenta su libre albedrío a su programación, se vuelve un monstruo. Sintéticos locos vs. sintéticos malvados. Es lo que tocaba.

«Ridley Scott : «Está bien, pero ¿cómo podríamos hacer la cosa un poco más hortera?».

En estas dos precuelas esta situación, sin embargo, se muestra impostada, por lo que a pesar de que David[18] y su gemelo Walter (también interpretado por Fassbender) podrían salvar ambos filmes, finalmente no lo hacen ya que su carga épico/mónguer se toma tan en serio a sí misma, es tan grave y pretenciosamente profunda, que pierde todo su efecto.

            Como es una precuela, Scott también siente la necesidad de señalar de dónde surge esta adoración de los sintéticos por los aliens, y para ello realiza un ejercicio de deriva en la que relata la evolución de la fascinación de David, que en un primer momento se centra en sus creadores, los humanos[19], para desplazarse finalmente hacia los xenomorfos, pasando por la propia veneración que siente por sí mismo como individuo (ni siquiera por los de su raza). «Weyland era humano. No era digno en absoluto de su creación. Al final sentí lástima por él». David es totalmente digno de su creación.

            Finalmente, termina odiando a sus creadores destinados a la mortalidad[20] -quizá como reflejo al desprecio que demuestran por él-, a todos ellos, incluido a los Ingenieros, y por eso David se convierte en el creador de la destrucción de la creación. «En ocasiones, para crear antes hay que destruir», llega a afirmar.

            Por último, poco hay que decir de Walter. 'Alien: Covenant' se mueve en los márgenes que le deja la Saga, por eso es la única en la que encontramos dos sintéticos, antagonistas, por supuesto. Walter es un robot que no se deja deslumbrar por David, que no confunde amor con deber y, por tanto, tampoco decepción con odio ni destrucción.

            La figura del sintético en la Saga Alien es, de este modo, la imagen del descalabro existencialista en todas sus formas. Es decir, es nuestro reflejo que nos viene de vuelta -ésta, y no otra, ha sido siempre la función de los robots en los relatos de ciencia-ficción-; reflejo de nuestro propio vacío humano enfrentado al horror absolutamente indiferente y sordo del vacío de la realidad. Del vacío de la creación sin porqués, sin respuestas, sin causas, fruto del más puro y terrible azar.

[1]El hijo de Kane (John Hurt).

[2]En este sentido creo que todos los creadores, a excepción de los verdaderos genios, llevan en su interior un número limitado de obras y que cuando este número se alcanza, la fuente se seca para siempre. Algo parecido le ha pasado a Scott. Lo lamentable no es que ocurra esto, sino que existan artistas que se empeñen en seguir excavando en un pozo seco.

[3]En 'Alien: Resurrection' el personaje del pirata Elgyn (Michael Wincott) comenta que no estaría de más que dejaran a Vriess (Dominique Pinon) robar algunos suministros de la Auriga... Está bien, sólo he puesto esta nota para recordar que Winona Ryder tiene los dedos largos.

[4]Que en 2001 crearía un monstruo mucho más terrorífico, Amélie Poulain, personaje que ha malogrado a toda una generación de mujeres haciéndoles creer que son especiales cuando en realidad son absolutamente insoportables.

[5]Segunda parte que ha servido para limpiar de prejuicios las secuelas y para desarrollar incontables e interminables discusiones a lo largo y ancho de todo el planeta con el fin de discernir si es mejor o no que su antecesora. Es una conclusión que aún está por alcanzar.

[6]James 'El Otro Hombre que También Perdió el Mojo' Cameron. ¿Cómo si no se explica que alguien como él, que escribió unos soldados absolutamente maravillosos para 'Aliens', pudiera años más tarde engendrar unos militares tan de cartón piedra como los de 'Avatar' (2009)?

[7]Es curioso, pero en la Saga Alien los sintéticos no son las únicas Inteligencias Artificiales que aparecen. En 'Alien' podemos comprobar como usan el súper ordenador denominado «Madre» -al igual que en 'Alien: Covenant'- y en 'Alien: Resurrection' el ordenador de la Auriga es «Padre». Son meras IA's utilitarias, poco resolutivas en realidad, pero al menos no se bloquean por fallos metafísicos. ¿Por qué no construyen a los sintéticos siguiendo ese mismo patrón?

[8]De la que sorprendentemente aún no había comentado nada.

[9]Hay una escena un tanto ridícula en la que Bishop recuerda que está en el laboratorio «por si alguien me necesita», como diciendo: «Eh, que yo sigue estando en la película y tendré importancia en algún momento». Sólo dice eso y se larga, cuando bien podría empezar a echar un cable porque las cosas se han puesto bastante feas en la colonia.

[10]En forma de muñeco articulado, no contaron esta vez con Lance Henriksen. Aunque Henriksen sí interpretaría en las últimas escenas a un personaje denominado en los créditos como Bishop II, a pesar de que se presenta como humano y en la versión especial que se hizo de 'Alien³' -en la que el xenomorfo nace de un buey en lugar de un perro- queda claro que no es un androide.

[11]Que a mí siempre me recuerda al planeta Axturiax de 'Acción Mutante' (Álex de la Iglesia, 1993).

[12]De hecho, 'Alien³', en su azarosa realización, contó con un guión de William Gibson en el cual el lugar donde cae Ripley sí era un monasterio en el espacio. Ubicado en un planeta completamente de madera, su atmósfera es tan baja que uno de los personajes, al principio de la película, se sube sobre una escalera y asoma su cabeza por encima de ella. Por lo que se cuenta por los mentideros de la Red el guión de Gibson, como se ve, era una locura bizarra y maravillosa de la que sólo sobrevivió la idea de los códigos de barra tatuados en los presos con doble cromosoma Y.

[13]En todas las películas de la saga original alguien pide que le den muerte: en 'Alien', en la versión extendida que se estrenó en cines en 2003, es el capitán Dallas (Tom Skerritt); en 'Aliens' es una de las colonas que está bajo la planta de procesamiento atmosférico; en 'Alien³', Bishop; y en 'Alien: Resurrection' la que suponemos clon 7 de Ripley, cuya cara curiosamente es perfecta en un cuerpo horriblemente deformado.

[14]Siempre me ha fascinado de 'Alien³' lo innecesaria que resulta la autopsia de Newt (Carrie Henn): por el amor del cielo, ¡hay un escáner en la balsa de salvamento! ¡Ripley lo terminará usando!

 

[15]Cada vez que veo esta película recuerdo que Álex de la Iglesia fue uno de los directores que la productora barajó para rodarla cuando aún estaba en preproducción. Ojalá tuviéramos una máquina «Y sí...» para ver qué podría haber salido de ahí. Y más en una época en la que De la Iglesia estaba gamberrísimo y totalmente desatado. Pero nunca sabremos qué pudo haber sido, ay.

 

[16]«Un robot no puede causar daño a la humanidad o, por inacción, permitir que la humanidad sufra daño.»

 

[17]A cambio, disfrutamos en pantalla de una enorme súper vagina pulpo.

 

[18]Sintéticos contra imbéciles. Esa parece la premisa de las precuelas. Todos los personajes, menos David a ratos, son imbéciles. David también lo es, pero es como un niño malvado, que está aprendiendo y descubriendo que el mal es más beneficioso -más divertido, sobre todo- que el bien. Porque David sabe que lo que hace es reprobable, y por eso lo disfruta. Es un psicópata de manual.

 

[19]Como prácticamente todos los robots de todas las historias de ciencia-ficción en la que aparecen robots. Los observa, los estudia, los imita, los cuida...

 

[20]«Yo no fui creado para servir. Son [los humanos] una especie moribunda. No merecen volver a empezar y no voy a permitirlo».

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